Brasil es un país místico y muy espiritual en el cual la mayoría de personas es católica. Sin embargo, hay una buena cantidad de personas que tienen creencias muy diferentes. Una de las religiones más importantes es el candomblé, la cual tiene sus orígenes en África y llegó a este país en la época de la esclavitud.
Probablemente hayas escuchado hablar del vudú candomblé, una práctica bastante interesante y que proviene directamente de esta religión. Pero esta religión va mucho más allá y dentro de ella esconde significados que son simplemente maravillosos.
Tenemos por ejemplo, que se trata de una religión donde no existe discriminación entre personas de otros sexos ni de ningún tipo. A los ojos de sus miembros y de sus dioses, todas las personas son completamente iguales. Esto es una gran avance que otras religiones alrededor del mundo aun no han sabido resolver.
El candomblé una religión muy importante en Brasil
En su forma contemporánea, la religión brasileña del Candomblé parece lo más alejado del cristianismo occidental que se pueda imaginar. Debió de parecerles absolutamente diabólica a los brutales señores portugueses cuyos esclavos la importaron de África, y que creían que se habían convertido. Puede que esos esclavos hayan “sincronizado” astutamente sus propias deidades con los santos católicos para poder seguir adorando, pero no sincronizaron sus creencias.
Esto no hace que el candomblé sea obra del diablo. No tiene el concepto de cielo e infierno, ni un código moral rígido en el sentido en que lo entenderían los cristianos. En cambio, los creyentes deben cumplir su destino, sea cual sea. Tanto los hombres como las mujeres pueden ser sacerdotes. La homosexualidad está aceptada, los sacrificios secretos de animales desempeñan un papel importante y la vida sexual de los devotos es asunto suyo cuando están fuera de los muros de la “casa” o centro de Candomblé.
Hay elaborados rituales teatrales, con trajes y accesorios que pueden incluir túnicas, pequeñas espadas y escudos, un mini arco de arquero, e incluso, como se vio en una ceremonia en Río, un elaborado casco de plata con una pequeña figura en un zócalo en la parte superior que parecía algo que un oficial del ejército prusiano del siglo XIX podría haber lucido.
Pero estos adornos no son más extravagantes de lo que podría parecer una misa católica a un africano del siglo XIX que acababa de ser esclavizado. El candomblé es una religión como cualquier otra, con sus propias reglas, jerarquías y sentido de lo espiritual. Esto es especialmente cierto en Brasil, donde la existencia de la espiritualidad y de una vida después de la muerte es considerada como una verdad incontestable por la mayoría de la población, ya sean católicos o seguidores de religiones más esotéricas, aunque toleradas, como la secta espiritista que sigue las enseñanzas del escritor francés del siglo XIX Hippolyte Léon Denizard Rivail, que escribió la Codificación Espiritista bajo el seudónimo de Allan Kardec.
O seguidores de ambos, porque muchos católicos no tienen problema en ser también espiritistas. La dualidad religiosa es muy popular en Brasil, una de las razones por las que algunas estimaciones sitúan a los seguidores del Candomblé y de su religión hermana, la Umbanda, en decenas de millones, y no en el medio millón oficial que lo admitió en el censo gubernamental de 2010.
El candomblé y los Orixás
El candomblé es una cultura oral sin texto sagrado. Hay siete naciones -o variantes- del candomblé, como Ketu y Angola, según el estado brasileño en el que se desarrolló y el lugar de África del que procedían los esclavos que lo practicaban. Creen en un ser supremo, llamado Olódùmarè (cuyo nombre puede escribirse con o sin acentos). Debajo de este dios hay 16 Orixás -deidades o entidades-, muchas de las cuales tienen características claramente humanas. Entre los 3 Orixás más importantes tenemos los siguientes:
Yemanjá, la diosa del mar, recibe regalos como flores o champán por parte de millones de brasileños cada Nochevieja. A veces se la asocia con la Virgen María, pero también es famosa por su vanidad.
El guerrero Ogum está vinculado a San Jorge: valiente y persistente, y popular en Brasil por estas cualidades.
También hay una Orixá femenina del viento, Iansã, que es -como cabría esperar en Brasil- una deidad más sensual.